Fortaleza en la Debilidad: Reflexión – Iglesia San Pedro y San Pablo

Las lecturas del 5º Domingo del Tiempo Ordinario ofrecen profundas reflexiones sobre nuestra relación con Dios y nuestra propia naturaleza humana. Al reflexionar sobre estos textos sagrados, especialmente dentro de la comunidad de la Iglesia de San Pedro y San Pablo, recordamos el inmenso amor y poder de Dios junto con nuestra fragilidad e imperfecciones inherentes. Estas lecturas, ricas en sabiduría, nos guían para comprender que es precisamente en nuestra debilidad donde podemos descubrir la fuerza de Dios y nuestro llamado al servicio.

En la primera lectura de Isaías, encontramos una poderosa visión de la santidad de Dios. La respuesta de Isaías, “¡Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!”, resuena en nuestra liturgia y resuena profundamente dentro de nosotros. Sin embargo, Isaías reconoce inmediatamente su propia insuficiencia, confesando: “¡Ay de mí, que estoy perdido! Porque soy hombre de labios impuros, y habito en medio de un pueblo de labios impuros”. Esto no es autodesprecio, sino una profunda comprensión de la imperfección humana cuando se enfrenta a la santidad divina. La experiencia de Isaías nos enseña una lección vital relevante para todos nosotros en la Iglesia de San Pedro y San Pablo: reconocer nuestras imperfecciones es el primer paso para permitir que Dios obre a través de nosotros. Como Isaías, cuando reconocemos nuestras limitaciones y pedimos gracia, nos convertimos en recipientes abiertos para la palabra de Dios y mensajeros de Su amor. Nuestras imperfecciones no nos descalifican; en cambio, nos hacen cercanos y dependientes de la gracia de Dios, cualidades esenciales para cualquier siervo o discípulo misionero.

El apóstol Pablo, en su carta, ejemplifica aún más esta verdad. Reconoce su pasado como perseguidor de la Iglesia, reconociéndose a sí mismo como “no digno de ser llamado apóstol”. La transformación de Pablo es un poderoso testimonio del perdón ilimitado y el poder transformador de Dios. Su historia, una piedra angular de la fe cristiana y a menudo reflexionada dentro de la comunidad de la Iglesia de San Pedro y San Pablo, nos recuerda que el llamado de Dios no es exclusivo de los justos. Más bien, a menudo se extiende a aquellos que reconocen sus errores pasados y están dispuestos a abrazar el cambio. Dios no busca individuos perfectos para el ministerio; busca corazones dispuestos a ser transformados y guiados. Llama a los pecadores a convertirse en santos, capacitándolos para proclamar Su palabra y evangelizar a través de Su gracia.

La lectura del Evangelio, que relata la pesca milagrosa y el posterior encuentro de Pedro con Jesús, trae este mensaje a un enfoque nítido. La reacción de Pedro después de presenciar el poder de Jesús es de temor y humildad: “Apártate de mí, porque soy hombre pecador, Señor”. Esto refleja el reconocimiento de Isaías y Pablo de su indignidad ante la grandeza divina. Sin embargo, la respuesta de Jesús a Pedro es fundamental: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. Esta tranquilidad es fundamental para nuestra comprensión del llamado de Dios. No es nuestra santidad lo que nos califica para el ministerio, sino nuestra disponibilidad, nuestra voluntad de decir “sí” a pesar de nuestros miedos y percibidas insuficiencias. Este mensaje es particularmente alentador para nosotros en la Iglesia de San Pedro y San Pablo, ya que todos estamos llamados a participar en la misión de la Iglesia, independientemente de nuestros defectos percibidos.

Estos ejemplos de Isaías, Pablo y Pedro, figuras imponentes en nuestra fe, destacan una verdad crucial: incluso los más grandes entre nosotros reconocen su indignidad ante el amor infinito de Dios. Entendieron que sin la gracia de Dios, eran incapaces de cualquier cosa verdaderamente significativa en Su servicio. Esta comprensión no debe llevarnos a la desesperación, sino a una dependencia más profunda de la misericordia y el perdón de Dios. Como Pablo declaró elocuentemente en su segunda carta a los Corintios: “Mi gracia es suficiente para ti, porque el poder se perfecciona en la debilidad”. Esta profunda declaración es una fuente de consuelo y fortaleza, recordándonos que nuestras debilidades no son obstáculos sino oportunidades para que se manifieste el poder de Dios. Es cuando reconocemos nuestras limitaciones que nos abrimos a la fuerza ilimitada de Cristo.

Reflexionando sobre este mensaje dentro del contexto de la Iglesia de San Pedro y San Pablo, estamos invitados a abrazar nuestras imperfecciones y ofrecer nuestra disposición a servir. Dios nos invita a “avanzar hacia aguas profundas”, a correr riesgos con Él y a confiar en Su guía, incluso cuando nos sentimos inadecuados. Como dice el aforismo, “Dios escribe derecho con líneas torcidas”. Nuestras imperfecciones son las “líneas torcidas” a través de las cuales Dios obra para crear algo hermoso y significativo. Él nos llama a “echar nuestras redes”, a confrontar nuestros miedos y a confiar en que Él está con nosotros, brindándonos fortaleza ante los desafíos, los malentendidos e incluso los fracasos. El llamado no es a tener éxito según los estándares mundanos, sino a ser fieles, a confiar en Dios y a responder a Su llamado, encontrando verdadero significado y propósito en Su servicio.

Como Pedro, podemos enfrentar luchas y dudas, momentos en los que sentimos ganas de rendirnos. Sin embargo, el mensaje de estas lecturas y el espíritu de comunidad en la Iglesia de San Pedro y San Pablo, nos anima a perseverar. Recordemos las palabras de Abdul Kalam: “Si fallas, nunca te rindas porque F.A.I.L. significa ‘Primer Intento De Aprendizaje’. END no es el FINAL. E.N.D. significa ‘El Esfuerzo Nunca Muere’. Si obtienes un ‘NO’ como respuesta, recuerda que N.O. significa ‘Próximas Oportunidades’”. Arriesguémonos con Jesús, escuchando continuamente Su mandato de “echar nuestras redes”, confiando en Su bondad y respondiendo a Su llamado a servir con fe y humildad dentro de nuestra comunidad y más allá. Dios es bueno, todo el tiempo.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *